Diógenes Sánchez

Diógenes Sánchez
El Faro del Morro (Cuba)

jueves, 24 de diciembre de 2015


La Navidad y el fetichismo de la mercancía 

“Jesús eligió para nacer, un desierto subtropical donde jamás ha nevado, pero la nieve se convirtió en un símbolo universal de la Navidad desde que Europa decidió europeizar a Jesús. Y para más inri, el nacimiento de Jesús es, hoy por hoy, el negocio que más dinero da a los mercaderes que Jesús había expulsado del templo”. Con esta reflexión Eduardo Galeano, en El Libro de los Abrazos, nos presenta las contradicciones que se han venido generando con las festividades de la Navidad.
La natividad, considerada una de las fiestas más importantes del cristianismo, tiene sus orígenes en una fiesta originalmente creada por el paganismo babilónico, que después fue incorporada al sincretismo religioso del imperio romano y que celebraba el 25 de diciembre las festividades del solsticio de invierno en honor al dios Saturno. Sin embargo, nuestro propósito no es hacer un recuento histórico–crítico de la natividad, sino analizar las nuevas modalidades que ha ido adoptando esta festividad en las sociedades de consumo.
Al preguntar sobre ¿cuál es el significado más importante de la Navidad?, la mayoría de las personas tiende a dar dos respuestas: unas decían: “celebrar el nacimiento del niño Jesús” y otras que su verdadero significado es “compartir con los que menos tienen”. Sobre el primer significado hay imprecisiones cronológicas, geográficas e históricas que dificultan reconstruir el escenario del nacimiento de Cristo, por lo que no nos detendremos en este punto (algunos lo ubican entre abril y mayo, otros entre septiembre y octubre).
El segundo caso tiene más implicaciones de carácter sociológico y es lo que más nos interesa. En este caso se apela a la virtud teologal de la caridad, (es mejor dar que recibir), pero, ¿qué hay detrás de este llamado a la virtud o sentimiento de compartir, en las sociedades de consumo como la panameña? A nuestro juicio, al frío cálculo de la ganancia y de la rentabilidad de las empresas, que responden a la lógica del capitalismo mercantil, que ha ido fetichizando la Navidad, convirtiéndola en una fiesta banal.
No es que deseemos convertirnos en El Grinch de la Navidad, pero sí desenmascarar toda la parafernalia que se oculta detrás de estas festividades, convirtiendo a Santa Claus en un verdadero símbolo de consumo y despilfarro.
Los mayores beneficiados de este consumismo desenfrenado son las grandes trasnacionales y sus franquicias que controlan este mercado. Empresas como: Mattel, Hasbro, Fisher Price entre otras, son los mayores apologetas que explotan el sentimiento lúdico de los niños y obtienen millonarias ganancias para esta época, en la que los juguetes de armas son los de mayores ventas.
La Navidad panameña sociológicamente considerada, confirma la tesis de Marx sobre el fetichismo de la mercancía, según la cuál estas adquieren entidad real, sustituyendo a los seres humanos que las producen, es la cosificación del hombre. La Navidad convertida en una competencia de marketing en la que se “regala felicidad”, incita a la compra compulsiva y mercantiliza las relaciones sociales entre los seres humanos. La felicidad no se puede calcular en base a la cantidad de regalos recibidos, pero esta es la falsa idea que vende la Navidad comercial.
Jesús apostó por su muerte y no por su nacimiento, hizo de su muerte un compromiso entre él y los hombres. El fetichismo de la mercancía también confirma la tesis de la degeneración de la religión en el capitalismo, bajo el signo de la mercancía, en la que papa Noel se presenta como el gran mercader y regalón, borrando el mensaje humanista que es el que debe prevalecer.
Diario La Prensa 24 de diciembre de 2010

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